LOS HERMANOS KARAMÁZOV De RICHARD BROOKS
Ryerks, Rusia, 1870. Fyodor Karamázov es padre de cuatro hijos varones y piensa como un personaje de Jorge Amado, que decía:”Uno no puede acostarse con todas las mujeres del mundo… pero hay que intentarlo”. Su hijo Dmitri es un teniente del ejército zarista, vividor y bohemio. De él está enamorada Katya, una agraciada y aburguesada mujer que cree, ilusamente, que todo en la vida se consigue con dinero. Alexi es un monje, conciliador y querido por todos, especialmente por Dmitri y su padre. Ivan es periodista, escéptico y blasfemo, pero, en el fondo, alberga una creencia en Dios que, de pronto, saldrá a flote. Smerdiakov es el hijo ilegítimo, enfermo de epilepsia y muy duramente tratado por su padre. Por estos motivos, lo odia, y como otras personas, desea su muerte.
La dramática tragedia que sigue en adelante, es brillantemente recreada por ese gran intérprete de los grandes escritores, como fue el director Richard Brooks, autor de filmes tan bien horneados como: “Semilla de Maldad”, “La Gata Sobre el Tejado de Zinc”, “Elmer Gantry”, “Lord Jim” y “A Sangre Fría”, entre otros.
La adaptación cinematográfica de la legendaria novela de Fedor Dostoievski, publicada en 1880, y en la cual, el autor retoma hechos autobiográficos o conocidos por él, tiene gusto a delineamiento perfecto de unas figuras humanas que tienen trazada, su aleccionadora presencia, por toda la eternidad.
Hay momentos soberbios del accionar humano, como la escena entre el capitán retirado y su pequeño hijo, cuando éste lo conmina a hacer valer su código de honor para enfrentar a Dmitri. Y el mismo Dmitri es, quizás, el personaje más estructurado, dotado de positivos matices y de valores ocultos que, de repente, sorprenden.
Yul Brynner, da cuenta aquí de su fuerte personalidad y de su gran carácter interpretativo cuando afronta, como Dmitri, el intenso juicio acusado de parricidio. Y Maria Schell, adorna con su dulce presencia, al personaje de Grushenka, una muchacha ávida de libertad, cuya ternura y encantos desean por igual, el padre Karamázov y su hijo Dmitri. Valga decir, a manera de anécdota, que este personaje fue muy anhelado por la legendaria actriz Marilyn Monroe, pero nunca se le dio.
Con una elegante y veraz recreación escenográfica, Brooks desplaza las situaciones de un clima denso a un evento cálido, donde la fortaleza de los hombres puede salir a flote para dar, cuando se precisa, lo mejor de ellos mismos. Y sensibles simbologías, recrean claros rasgos de personalidad, como el cristal roto sobre el que vemos a Smerdiakov cuando por su mente cruzan ideas perversas.
“LOS HERMANOS KARAMÁZOV” constituye un libro y una película de enorme peso en la literatura y de imprescindible apreciación en el arte cinematográfico.
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